THE PERIDOCTUS
Capítulo 4

Los orígenes del Club mundial de cuidadores de Peridots (PKS)

Habían pasado varios meses desde que Kee, el Morado, dijo adiós a su amigo barbudo. La tristeza se iba apoderando de los humanos, aunque duró poco, porque los humanos comprendieron que no eran distintos del hombre con barba. Un día, tal vez muy pronto, su Peridot también les dejaría. Nadie puede escapar a la poderosa fuerza del instinto animal de los Peridots. Todos los humanos acordaron, al menos consigo mismos, que, si un Peridot les deja, puede que no esté físicamente, pero jamás se le olvida. Los momentos felices perduran para siempre en la memoria.

Hasta ahora, los humanos han cuidado a decenas o cientos de Peridots. La mayoría se fueron a nuevos hábitats, pero algunos, los más jóvenes, disfrutaron de las atenciones de sus amigos humanos. Si bien los humanos fueron expandiendo gradualmente su alcance, la tierra libre seguía siendo escasa. Los nómadas tropezaron con los Peridots y sus amigos humanos. Tan encantados estaban con estos vínculos que decidieron quedarse y establecer sus propios lazos con estas criaturas mágicas con la esperanza de prosperar con ellos. Y así sucedió.

Un humano casi nunca abandona a su Peridot durante más de una hora o dos. Han aprendido la lección del hombre con barba y de Kee de aquella noche en el bosque, y su deseo es que jamás vuelva a suceder algo así.

Pero los deseos no siempre se cumplen.

Un día, una tormenta lo barrió todo. Boles de madera, irregulares y toscos, acabaron entre los arbustos, el fango y los arroyos. Innumerables tomates azules, remolachas espinosas y cebollinas acabaron desperdigados por todas partes. No quedaron ni tallos ni semillas. Los humanos trataron de volver a reunir todo lo perdido, pero volvieron con las manos vacías. Estos humanos (28 en total) recorrieron cada uno su camino en busca de comida. Esperaban estar fuera no más de una hora.

Cada humano descubrió que tenía que adentrarse en diferentes partes del bosque para encontrar frutas y verduras. Cuando un humano encontraba una fruta, había otra cerca. Y luego otra. Y otra más. La recompensa fue generosa. Muchos de los humanos trataron de volver a casa pronto, para acabar encontrando un anochecer que oscurecía su camino de regreso. Otros se adentraron en las profundidades del bosque para ver qué más podían encontrar. No fue hasta la mañana siguiente cuando unos pocos humanos volvieron al territorio. Ante ellos…

Los Peridots se rindieron a la angustia de un profundo sueño. Sus enormes párpados se movieron, unos suevamente, otros con una furia rítmica. Sus vientres sobresalían con cada inhalación y reducían su tamaño con cada exhalación. Se escuchaban los ronquidos. Bueno… era como un ruido sordo, agudo y nasal, que, al cabo de un rato, se convirtió en una débil melodía. Estos Peridots durmientes formaban un gran círculo. Brilló una mezcla de colores más vivos que los del arcoíris.

Pero esta tranquilidad solo era una ilusión y no trajo felicidad, porque los Peridots se negaron a despertarse.

Los humanos probaron a susurrar, a acariciar a los Peridots en la barriga, a aplaudir fuertemente y a hacer ruido al pisar. Ni un solo Peridot abrió los ojos. Cuando llegaron más humanos con sus recompensas, atendieron a todos los Peridot a la vista e hicieron lo mismo: susurrar, acariciarles en la barriga, etc. Pero los ronquidos aumentaron, más al unísono, más nasales y más sonoros que antes.

Cuando llegaron los más rezagados, todos los humanos atendieron a sus bellezas durmientes, llamándolos insistente y desesperadamente. Varias horas pasaron así hasta que Olo, un Peridot con blancas extremidades y círculos blancos alrededor de su cuerpo amarillo, bostezó en brazos de su amigo humano. Sus párpados se abrieron lentamente. Ante Olo apareció la sonrisa agradecida de su mejor amigo. Olo estaba tan contento que giró y se dejó caer sobre la barriga de un Peridot de color rojo oscuro, que se despertó agitado y sacó repentinamente a los demás de su sueño.

Todos se deleitaron al ver a sus humanos y mostraron la alegría por su vínculo. Esa noche, los humanos acordaron impedir el próximo letargo masivo de los Peridots a toda costa. Por aquel entonces, los humanos poseían pocas palabras para expresarse, pero las suficientes para proferir tres promesas para los tipos de Peridots.

#1: If humans need to explore surrounding lands without their Peridots, at least half of them must stay behind to assure the safety and comfort of their magical friends.

#2: No human can be gone from their Peridot for more than one day.

#3: Humans must always show their Peridots love and kindness and help them prosper as a species.

Thereafter, the humans called themselves Keepers of Peridots. This designation – similar to “parent” or “best friend” – was not just a title but also a promise, and it endured without dispute or uncertainty.

Every Peridot was protected.

And cared for.

And loved.

Nota del Club mundial de cuidadores de Peridots:

Dear Reader,

PKS here. We just wanted to pop in and update you on this newly restored chapter of the Peridoctus.

We believe that the Peridot species, when left unattended by every keeper within the same time frame, will fall into a mass hibernation. In fact, Fasciana’s pages (which we’ll reveal over time) indicate that Peridots, in various stages of human history, have gone through mass hibernation.

We should also note that the Peridot Keeper Society is somewhat a successor of the “Keepers of Peridots,” but this is coincidental.

Hace más de una década, durante una excavación arqueológica en Mauritania, los investigadores descubrieron un tomo dañado con el título El Peridoctus. Estaban perplejos con su nuevo descubrimiento, pero finalmente no acabaron convencidos del impacto de este bestiario en la historia humana. Sus descripciones de criaturas de otro mundo se recibieron con sonoras carcajadas. Los investigadores lo vendieron a un vendedor de libros antiguos y, durante diez años, solo acumuló polvo en la sección de “Rarezas”… hasta que un criptozoólogo amateur de Nueva Jersey (Dabnis Pryor) dio con él mientras estaba de vacaciones.

Sus páginas le cautivaron y le impulsaron a creer que estas no eran criaturas imaginarias; sino que los Peridots eran reales. El señor Pryor prometió dedicar su vida a contarle al mundo la existencia de estas criaturas del Peridoctus y su misteriosa autora, Fasciana de Saggia (también conocida como Fasciana la Sabia).

Upon his return to the U.S., Mr. Pryor posted self-made illustrations of the species in online forums. These devotees, though small in number, informally called themselves the Peridot Appreciation Society. Passionate as they were, these members tirelessly scoured the internet for any evidence of Peridot existence … but to no avail.

Then one day in 2022, there was a sighting of a Peridot in Malaysia. And then in Singapore. Soon thereafter, countless people spotted Peridots in cities and towns across Norway, Denmark, and Australia. Soon, snapshots of colorful Peridots flooded the online forum. This, the watershed moment the Society was waiting for.

Now people all across the world needed guidance to care for their new friends, so they turned to the Peridot Appreciation Society. Its members possessed instant access to the Peridoctus and, with it, a unique look into the history and behaviors of the species. Steadily, the members spouted off advice and best practices to all those taking care of Peridots.

Everyone in the Society quickly felt a growing need to define their role. “What do we call ourselves?” they asked online. “Owners?” Nah – too one-sided. “Parents?” Well, humans didn’t give birth to the Peridots, so …

On the forums, people often used the word “keep” to express their daily tending to their Peridots. To keep Peridots safe and secure. To keep an eye out. To keep Peridots developing the way that they should be. The role was now clear: Keeper.

And so, the Peridot Keeper Society (“PKS”) was born.

The Keepers of Peridots remain an inspiration to us, particularly with their three vows. We took them a step further to define the roles of the PKS as follows: to educate people on how to care for Peridots; to plan and promote events and activities for humans and Peridots to participate in together; and to preserve Peridot history through the restoration and interpretation of the Peridoctus.

So that’s our story! Thank you for your continued support of Peridots, and stay tuned for more updates on the Peridoctus.

Yours Truly,

PKS

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